sábado, noviembre 05, 2005

No end to trouble in sight


Cuando tenía 18 años estaba muy confundida. Tan confundida, que agarré un cuaderno, lo forré en cinta aislante y le pegué un titular de alguna vieja Times: "No end to trouble in sight". Y me dediqué a escribir. Escribía con furia y sin pausa acerca de todo lo que yo creía, pensaba, escuchaba, sentía. Cuando rápidamente se acabaron las 400 páginas de ese cuaderno, empecé otro, el cual se tituló muy ad-hoc "Still in search of a definition", titular también recortado de alguna Newsweek. Por dos años, escribir en esos cuadernos fue casi una adicción. Y de repente, me detuve. En algún día de abril del 2000, abrí el cuaderno y solo escribí una "E". Y nada más.
Hace poco, en plena mudanza de cuarto, reencontré los cuadernos y los abrí (después de más de 5 años) y ví esa "E", solitaria, y no recuerdo qué diablos habré querido empezar a escribir. No sé si no habrá sido importante, o si simplemente en ese momento tuve una revelación, descubrí que ya no estaba confundida, y paré. O tal vez fue cansancio: como cuando Forrest Gump paró de correr después de años de hacerlo, porque simplemente ya estaba muy cansado.
Leer esas páginas fue encontrarme con una niña de 18, 19 años que tenía mucho miedo de la vida, y sobretodo, mucho miedo de sí misma y de todo lo que podía hacer. Una niña que odiaba el amarillo y la salsa, y escuchaba The Outfield mientras se enamoraba por primera vez y no sabía qué hacer con ese sentimiento tan extraño en la boca del estómago, que solo años después pudo descrifrar como amor.
Indudablemente esa niña creció, y aunque aún es un tanto niña, es un poco más cínica y atrevida (aunque aún ingenua y soñadora) que la niña del 98 o el 99. Ahora se siente más libre con su casaca amarilla muy estilo Kill Bill mientras bailotea con Frankie Ruiz, y se siente capaz de descifrar con métodos científicos los encaprichamientos del corazón. Al leer esas páginas, me asombro de como en unos pocos años una persona puede evolucionar tanto, pero al mismo tiempo, conservar intacta su esencia: esa niña aún necesita huir de sí para encontrarse con ella misma.
Después de mi crisis de los 25 años (la cual convenientemente me dio a los 24), dejé totalmente de lado toda autobúsqueda y autodefinición. Pero ahora, enrumbada hacia los 26, es tal vez momento de seguir corriendo hacia mí misma, y correr hasta cansarme. Tal vez nunca encuentre una definición, pero ¿qué soy al fin y al cabo? una soñadora que no sabe donde quiere estar, pero que ya quiere estar ahí. Que empiecen los juegos. Bang.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es increíble que hayas encontrado en una "E" tantas revelaciones, miss zamudio. Hace poco, en una mudanza de cuarto como la que narras, yo también encontré mi "E". Como tú bien sabes, en mi caso tal conato de expresión no pudo haberse quedado eruditamente con una letra sino con una acción, en realidad, con un sinfín de acciones, gestos, palabras y una que otra imagen en mis recuerdos. Ya sabes a qué me refiero, amiga. Cuando veo fotos, guiones, autógrafos o simplemente cuando veo a Daniel Daw Lewis en alguna mala película dramática o a veces cuando veo tristemente la cartelera de nuestra abigarrado teatro nacional amauter, se vienen a mi mente varias "E"s como esa tuya, varios caminos que comenzaron en una "E" y que ya no me acuerdo dónde terminaron. Todas las hitorias que se crearon en Apéndice te las deben muy en parte a ti y a la valentía de siempre.
Gracias Marielín por volver a escribir. Haces que las "E"s de nuestra vida sean cada vez más palabras con sentido. Te quiero mucho.

Serch dijo...

Agarra esos libros y has un "remake" de ellos, y los publicamos, facil q aunque sea, si nadie los quiere auspiciar, el comercio te da un blog pes (sin alusiones a renato cisneros!!! jajajajajaja)