En 1999, por azares del destino, perdí un avión. Gané un día extra en Milán, vi el duomo en pleno atardecer (mágico), fui una de las únicas 20 personas permitidas diariamente para ver La Ultima Cena y por alguna extraña razón me regalaron comida en McDonalds (y yo estaba dispuesta a pagarla, ojo). Pero lo más maravilloso de perder ese avión fue tomar el del día siguiente. Sentarme en la sala de espera, cruzar un par de miradas, e iniciar una conversación que duró 10 horas y solo fue interrumpida por dos idas al baño y el momento en que me comí un paquete de terribles patatinas.
Se llamaba Gianluca. Tenía 25 en ese entonces, era fashionista a más no poder y coqueto sin límites. Volvía de Italia, donde estaba su hogar, para dirigirse a Kansas, donde estaba su casa. De arranque le gustaron mis manos, mi boca y mi nariz, y no tuvo reparos en decírmelo a los pocos minutos de conocerme. En ese entonces yo era una niña tímida y miedosa, y de no haberlo sido, me hubiera gustado decirle que tenía la mirada más linda que los ojos (como la Isabel de Alejandro Casona). Por 10 horas hablamos de todo: los temas no parecían acabarse y cuando aterrizamos (en un terrible aterrizaje en Chicago) no hubo tiempo para despedirse, pues si no aprovechaba todos mis segundos disponibles hubiera perdido mi conexión a Miami y mi conexión a Lima. Lo hubiera perdido todo, pero me perdí también de abrazarlo fuerte, quizá darle un beso, y agradecerle por hacerme sentir la más linda del mundo por diez horas mientras cruzábamos el atlántico y siempre con sol. Pero esa fue mi decisión, a pesar de lo que el destino me había regalado.
Años después, y gracias a las maravillas tecnológicas, nos pusimos en contacto de nuevo. Ya estaba casado y tenía a una niña, Alessandra Vittoria, en camino. Nos pusimos muy contentos de contactarnos de nuevo, intercambiar fotos, saber que estábamos bien y que a pesar del mutuo envejecimiento la vieja amistad perduraba. Hasta que un día, de la nada, me llamó. Pude ponerle voz nuevamente a su cara (voz que había olvidado), y escuchar su inglés que a pesar de los años sigue teniendo acento italiano. Y fue raro, porque me sentí nuevamente atrapada con el cinturón de seguridad al 27D del avión, sin las más mínimas ganas de desabrocharlo y partir. Alessandra Vittoria ya había venido, y el anillo del dedo anular ya se había ido. Y no paré de sonreír, a pesar de la distancia (los kilómetros y los años, los años). Tiempo después de colgar, me dijo que la llamada lo afectó, porque recordó que en ese julio del 99, en un aeropuerto de Milán mientras yo leía una Times y lo único que quería era ir aLima, él se dió cuenta de que yo era "the one". Y lo confirmó al cabo de 10 horas de palabras mil, y nunca me pudo decir ciao (no sé si "hola, bienvenida a mi vida", o "adiós, que gusto conocerte"). No sé. Nunca entendí el ciao.
De cuando en cuando hablo con Gianluca. Le pregunto por Alessandra, le cuento de mis historias. Y nos reimos mucho. Hace poco me dijo que a nuestro Before Sunrise le faltaba un Before Sunset, una de las mejores segundas partes que he visto en mi vida: más madura, más realista, más sincera. Y que tal vez esa vez we'll both miss our connections, por azares del destino, porque yo seguía siendo "the one". Y me sentí más linda que nunca. Y yo que creia que los cuentos de hadas no existían. No se vuelven realidad, pero están ahí para hacernos creer que la vida sigue siendo guapa y que vale la pena seguir soñando.
Outside another yellow moon
Has punched a hole in the night time mist
I climb through the window and down to the street
I’m shining like a new dime (...)
Oh if I was the one you chose to be your only one
Oh baby can’t you hear me now,
can’t you hear me now (...)
I know your window and I know it’s late
I know your stairs and your doorway
I walk down your street and past your gate
I stand by the light of the four way
And watch them as they fall, oh baby
Will I see you tonight on a downtown train (...)
Every night, every night it’s just the same
You leave me lonely
Will I see you tonight on a downtown train
All my dreams, all my dreams fall like rain
On a downtown train...
1 comentario:
Hi, I am the man that flew with this wonderful angel for ten hrs the one that with a wife and a beautiful daughter feels she is the one. I have all my senses and my soul connected to her, body and soul, few days ago we chatted again and it was like going back in time and live ina dream, you are the only true existing dream and I carry with me everyday at any time. Love always Gianluca
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