Ayer, presa del insomnio matutino que ultimamente me atormenta, decidí ponerme a leer mi antigua agenda del 2001, agenda en la que contaba paso a paso todas mis aventuras diarias. Me quedé sorprendida por muchas cosas: mi increíble capacidad para salir en esa epoca con el presupuesto más reducido del Perú; la cantidad de pasajeros temporales en el bus en el que viajo, gente cuyo nombre casi no recuerdo y cuyas caras no puedo imaginar; y mi camaleónica cabellera, que pasó de su color natural al naranja al rojo y al negro (en ese orden) en cuestión de pocos meses.
Me sorprendió también ver los mismos 3 nombres repetirse constantemente: clau, pili y muchita, mis 3 compañeras eternas y quienes son mis almas gemelas y mi abrazo en los mejores y peores momentos. Me gustó saber que luego de 5 años, siguen avanzando conmigo en mi bus, a pesar de la distancia que nos separa. Me gustó ver a carlos escrito en varias páginas, y descrito como ese amigo que no era para pasar los días, sino la vida.
Sobretodo, me gustó encontrar un pequeño párrafo escrito rapidamente, hablando sobre días especiales y de cómo hacerlos más especiales aún. Me gustó que después de 5 años, y sin saber a ciencia cierta por qué, el leerlo volvió mi agotador día un poquito más especial. Fue como magia.
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