(* o divagaciones en un sillón de Starbucks, mientras tomo un deli café mocha)
(** oh no, me he convertido en uno de ellos)
Soy de esas antipáticas personas con memoria fotográfica que piensa constantemente en el pasado. Y lo que es peor, no solo en mi pasado, sino en el pasado del resto. Hay momentos en que todas las preguntas que nacen de ello no me dejan en paz. ¿Fue mejor o fue peor? ¿Vivo en el pasado? ¿Extrañas el pasado? ¿Ha pasado ya lo pasado? Y la pregunta más amenazadora de todas: ¿Convive el presente con el pasado? ¿Es de esos pasados que, cual chicle, no se desprenden del zapato y te impiden avanzar?
Esa recurrencia al pasado ha servido siempre para quitarme un clavo, un what if, la irresistible sensación de es ahora o nunca. Muchas veces he cedido a la tentación del pasado el cual, seductor y violento, me mantuvo atrapada a él por diversos lugares con ataduras invisibles. Ceder, muy á lá Wilde, ha sido mi única manera de vencer a los fantasmas de mi pasado: dejaron de ser tentaciones y se convirtieron, sencillamente, en ayeres. A veces, para mi sorpresa, en cosas más sorprendentes. Como hoyes.
A pesar de mis constantes viajes mentales, me ha costado siempre perdonarle a mis presentes sus pasados; y a mis pasados, sus presentes. El saber que ambos tiempos suelen mezclarse en una especie de limbo mental es peligroso y a la vez, amenazante; el sentirme protagonista únicamente de una historia, la mía, ha sido causante de bajones emocionales; por ello, he preferido vivir en la saludable ignorancia a pesar de las increíbles ganas de conocerlo todo. Saber, a veces, duele. Me he debatido siempre entre vivir en la ficción o la no ficción.
Conjugar en pasado es difícil, comprometedor y con posibilidades infinitas, porque el pasado es de quien lo vive y no de quien lo ve, y aún viviéndolo se modifica con el tiempo y se transforma: olvidamos muchas cosas, recordamos lo que no deberíamos. Los pasados son historias que se entremezclan permanentemente creando otras, y nunca se acaba. Nunca. Por eso, decido conjugar en presente. Disfrutarlo, vivirlo, encantarlo. Y sentirme como un millón de dólares. Ahora me siento como 150 bucks pero, en fin, ganaré intereses con el tiempo.
8 comentarios:
Qué te puedo decir, baby? Yo siempre me he ido al otro extremo: Me encanta vivir el presente pero divago demasiado sobre el futuro y me fascina imaginar lo que puede pasar. Eso también es un problema cuando las cosas no salen como esperabas (o te las imaginabas). Por eso, el presente es lo máximo.
Mirar atrás te enseña muchas cosas (confieso que suelo hacerlo muchas veces pero no hay mejor cosa que vivir el presente, disfrutar hoy, reir hoy, querer hoy, crecer hoy.
"Maybe, you have to let go of who you are to become who you will be"
ya te quedan doscientos cuarenta y cinco añitos para el millon con intereses en deposito a plazo fijo
a no ser que hagamos una chanchita
refiriendome a juntar monedas
monedas para mariellaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
yeeeeeeeeeeeee
yo si no anoto en mi diario, no importa lo feo o bonito, quizá se me olvide luego. lamentablemente, tengo varios pedazos de mi vida sin diario, tons hay una pequeña laguna sentimental por ahí dejada. Pero ni modo, por eso hay que estar feliz con el presente y lo otro "por algo habrá pasado"
No propongas el pasado para el presente!!! - Culebra
Nooooooooooooooooo
tengo que contar este incidente.
El señor Culebra nos detuvo ayer, a la salida de "La Noche", y con voz fantasmagórica, nos dijo:
Recuerda mis palabras. No propongas el pasado para el futuro.
Fue genial. Señales de conjugación por todos lados.
p.d. you're a wonderful present kid... en los dos sentidos de present.
Creo que el pasado debe quedarse ahí, en el pasado, esta perfectísimo ojearlo de vez en cuando como quien recuerda alguna leccion ya aprendida, pero, volverlo a vivir es torturar nuestro presente....mejor, el pasado pisado, siempre un paso pa' lante Maria!!! Pa' tras, ni pa tomar impulso!!!
Beso!
no es tan malo el pasado. sobretodo por algunos remembers. pero por algo una vez oí que es bueno visitar el pasado de cuando en cuando, lo malo es quedarse a vivir ahí.
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