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Hoy lo descubrimos. Mis amígdalas destrozadas, inflamadas e inmensas, llenas de asqueroso pus. En palabras dulces de mi papá, eran como 2 grandes fresas cubiertas por leche condensada.
Creo que no volveré a comer eso nunca más en mi vida.
Así que estoy confinada a la cama, viendo malas películas (NO vean Bajo el Sol de Toscana), viejas películas (La Cenicienta, Bibidi Babidi Bú) o simplemente viendo la pantalla en blanco y esperando que el dia pase. Odio la cama. En estas situaciones, mi maravillosa cama toda para mí se vuelve una especie de cárcel con sábanas 100% algodón (no puedo negar que las amo) y muchas, muchísimas almohadas. Y quiero que me corten la garganta y me la vuelvan a pegar encima de los hombros, y no me importaría que me pusieran de chapa Head & Shoulders por mi falta de cuello. Solo quiero sentirme bien de nuevo. Buaaaaa.
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